¿Quién no comete errores de ortografía? ¿Cuántas veces nos pasa que, habiendo leído 20 veces un texto, sale con errores? A mí me pasa... y la frustración en ese momento es enorme. Más hoy día, que gracias a (o por culpa de) Internet, cualquier texto llega a todos lados en segundos.
Quizá nunca como ahora fue tan importante que los contenidos que publicamos en Internet sean lo más político y ortográficamente correctos. Cuando un texto online empieza a ser leído por cientos, miles de personas, el desafío sobreviene. Internet dejó a los “errores textuales” tan al desnudo y de manera tan abrupta, que si no tomamos los recaudos necesarios no sólo pueden dejar de leernos o prestarnos atención, sino algo peor: que la reputación de nuestra empresa resulte perjudicada con apenas unos cuantos clics.
¿Cómo te sientes con el contenido que publican en la web de tu empresa?
Debo admitir que es la mayoría de la gente la que me mira con cara de “qué exagerado, ¿no será mucho?” cuando confieso que mi principal pasatiempo al viajar en colectivo es buscar errores en los carteles publicitarios, que al menos en Buenos Aires pululan. También lo hago con todo lo que leo en Internet. Lo más extraño es que encuentro demasiados desaciertos. ¿Por qué los principales responsables de transmitir y generar contenidos (publicistas, marketers, etc.) cometen tantas erratas?
Mi trabajo a veces es incómodo: más de una vez, publicitarios y especialistas en marketing se molestaron conmigo cuando les marqué –aclaro que para eso me pagan las agencias y consultoras– cierto error en un posteo que iban a publicar. Otra vez sucedió que ni siquiera pude hablar del tema de tan irreductibles que se pusieron –¿enamorados de su texto?– ante mi advertencia: “¡No, si me pones esa coma allí puedes desvirtuar mi creatividad!”.
¿Acaso la creatividad se ve afectada porque, justamente, cuenta con una redacción idónea? ¿Quién y por qué considera que “pulir” un texto puede conllevar resultados negativos? En todo caso sería al revés: cuantos más errores cometamos, menos creíbles seremos no sólo nosotros, sino también el mensaje que pretendemos comunicar.
Escribir mal, por más gracioso que parezca, difícilmente se convierta en una buena estrategia. Al menos no para el Inbound Marketing, que no lo necesita y lejos está de llamar la atención para complacer con esa metodología a los prospectos calificados.
La desvirtualización es lo primero que sucede cuando nuestro contenido anda luciendo, orgulloso, como si nada pasara, errores gramaticales y ortográficos. ¿Eso nos hace menos creíbles? Desde mi punto de vista y para al menos todos los que amamos las letras y la buena comunicación, por supuesto que sí. Sin dudas que la imagen de una marca puede quedar dañada ante los consumidores. Creer que no tenemos clientes avispados es subestimar a nuestra audiencia.
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Sí: errar es humano
A estas alturas, la frase del subtítulo puede considerarse definitivamente una redundancia. No caben dudas. Incluso los que nos dedicamos a corregir y a editar textos de cualquier índole cometemos errores; tal vez debido a que nuestros ojos están muy cansados a última hora del día, luego de exponerlos a lecturas varias durante una larga jornada. O quizá por lo que acabo de decir: “errar es humano”.
Muchas veces, se impone esta falsa creencia: si un especialista corrige nuestros contenidos y, lógicamente, los modifica, estaremos perdiendo una batalla y nuestro ego se sentirá aturdido por esa “derrota”; cuando en realidad se trata de todo lo contrario: nuestro público nos entenderá.
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Sin persistencia no hay ortografía
Los especialistas en marketing deberían tomarse –sin resguardarse bajo la excusa de la licencia poética– muy en serio cada texto. Antes de publicar un contenido, siempre conviene que lo leamos al menos tres veces. Y si contamos con la posibilidad, démoselo a leer a alguien que sepa y entienda para que le eche otra mirada. Y si encima existe una tercera persona que pueda darnos una mano, ¡adelante! Una cadena de pares de ojos lleva a menor cantidad de errores y permite llegar al consumidor de manera optimizada... y lógica.
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Las comas no son comestibles
Es casi infinita la cantidad de errores que se pueden cometer a la hora de publicar un contenido. Pero la coma tiene tanta –erróneamente– mala prensa que muchos la desestiman –¡y la discriminan!– porque quizá desconocen que les puede salir el tiro por la culata. Para otros no es novedad que el uso desacertado de este signo gráfico –omitirlo o ponerlo donde no va– puede cambiar significativamente un contenido. Sí, ese pequeño ínfimo ganchito que va pegado a las letras, y es tantas veces ignorado, cuenta con altos poderes: hasta tal punto de hacernos decir lo opuesto a lo que quisimos.
Por ejemplo:
- Hacernos perder al amor de nuestras vidas:
Correcto: "No, te amo".
- Volvernos caníbales o salvar vidas inocentes:
Correcto: "Vamos a comer, niños".
- Convertir inútilmente a una publicidad en una absurda redundancia:
Correcto: “Línea de cremas para piernas, de uso diario”. En este caso, también podemos utilizar un punto y eliminar la preposición "de", entre otras opciones viables: “Línea de cremas para piernas. Uso diario”.
- Evitar condiciones de trabajo inhumanas:
Correcto: “Cinco obreros huyen de una obra donde trabajaban, tras una fuga”. (Sin esa coma podríamos interpretar que los obreros trabajaban allí desde que se produjo la fuga).
- Convertir carteles de publicidad en alertas innecesarias o en algo ilógico:
Correcto: “Prohibido fumar, gas inflamable”.
- Publicar una búsqueda laboral y lograr un récord: que nadie nos mande un CV (o, peor, que nos llamen para insultarnos):
Correcto: “Solicito empleada, inútil presentarse sin referencias”.
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¿Mejor ortografía = mejor posicionamiento?
Escribir correctamente no nos garantizará a ciencia cierta estar entre los primeros resultados de búsqueda de Google. Pero a Google tampoco le gustan los errores de redacción y, por eso, prepondera la claridad de los textos. No obstante, quien fue director del equipo Webspam en la compañía hasta 2015 aseguró en su momento que los sitios más confiables, por lo general, son los que están mejor escritos y que, de la misma manera, los que tienen una clasificación más baja resultan ser los de redacción más defectuosa.
Retomando el ejemplo del mal uso de la coma que llamaba a los niños a comer, entendamos lo importante que es que nuestros contenidos tengan un 10 en ortografía y lo mucho que puede manchar nuestra reputación si esto no sucede.
La necesidad de publicar contenidos relevantes, pero sin errores, en la web de una empresa no sólo se convirtió en prioridad: resulta ser un desafío vital y no tan sencillo para las empresas que pretenden captar tráfico, crear engagement y, como resultado, tener más clientes. No se trata únicamente de que el texto cuente con keywords asertivas para que resulte eficaz y posicione bien en los buscadores, sino que cumpla con cada una de las buenas prácticas que mencionamos. Al fin y al cabo, más allá del SEO, siempre serán personas las que nos leerán para buscar una respuesta, una solución. Muchas empresas intentan hacerlo bien, pero no les resulta fácil. Y así pueden terminar convenciendo a sus clientes de que su marca es realmente un caníbal.
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